Fuego y viento en una sola piel

Delirios

Y yo muriéndome por volver a conocerte, yo muriéndome por verte. Qué arrogantes mis ganas de ti, qué egoístas mis fantasías... ¿Y bien, querida mía? A mi propia alma me dirijo. ¿Qué esperas ya, a qué te aferras si diluyes con tus lágrimas lo que sueñas? Aquello que deseas se estremece cuando piensas que <<jamás>> no es tan lejano, aquello que deseas tambalea con sus pasos. 

-No dominas todo el Mundo cuando miras, pero te falta poco.

¡Déjame respirar! En mi colchón, un mal despertar ya es costumbre, colecciono amaneceres amargados, gritos matutinos de rencor desesperado.
¡Déjame respirar! Ya está bien de tanta lección, donde quedó la educación y se perdieron los valores me dejé la hipocresía. Sinceramente, verdad mía. Así que no me vengas con historias y lamentos, que mi corazón se retiró de cuentacuentos el día que aprendí a leer. 
Crecer. Siempre lo ansié, qué perdida de tiempo comerme los años y qué satisfactorio devorarte a ti, soñando. A besos, a palabras, a risas o hazañas...¡Qué satisfactorio!
Y como iba diciendo...más vale soñar viviendo que vivir sin sueños. Al despertar, desilusión, estando sola. Pero si siempre madrugas igual, mongola. Me he dicho al espejo en un maltrecho y desolador bostezo. Nunca está quien esperabas, deja de engañarte y de fingir, que tu madre está gritando. ¡Y cuando no es fiesta! Bendita sea la hora de la siesta, cuando te siento más cerca... Y casi te rozo. Sean o no tus pupilas mías o yo la dueña de tus ojos, me lo invento que para eso me dio Dios los ánimos en verso. Dejando a un lado que de tus pestañas mi pensamiento es experto. 
Para seguir pongamos la playa, por ejemplo. El mar que de tu piel está hecho, de nuestro color envuelto y de mis lágrimas harto, me habla. Al principio no lo entiendo, me esfuerzo en escuchar...Pero está nosequién cantando que "Tú me enseñas que...se puede querer lo que no ves". Y de pronto se hace cierto, en la arena lo reflejo que Tú y Yo, somos el cielo. Pero ni por un segundo me tocas. Y más me valdría un dolor corporal, cercano a la herida abierta, que este dolor interno que sin sangrar me mata. Que no entiendo por qué no vienes, porque no dejas de escuchar mi llanto para meter tu brazo de salvación y actuar.
Que sigo matando por esos labios que ni me pertenecen, ni existen, ni tengo, ni quiero, ni puedo.
Mi piel era fuego y quemaba, ahora el viento la apaga y solo quiero soltar la cuerda con la que te ato a mis palabras, con la que te fuerzo a acariciarme.
Si enamorarse es creer que al lado del otro todo se puede hacer, yo me caso con mi bici. Pero mientras, invítame a tu sofá, trae una manta y alguna peli que me perderé escuchando tu respiración. No me apetece nada más. 

Pca.

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