Mi bici(en)

Te da el airecillo en la cara. Los ojos se te cierran y se te hinchan los mofletes. Al principio se te engarrotan las piernas, no estás acostumbrado a pedalear. Y te duelen los dedos de agarrar fuerte el manillar, estás asustado. Pero es un miedo nuevo, nunca antes lo habías experimentado. No es como cuando estás solo en casa y oyes un ruido. Es más bien un aliciente, algo que te invita a continuar. Un empujoncito. Luego, en clase, presumes de tus rodilleras rasgadas, has estado practicando mucho: heridas de guerra. Poco a poco coges velocidad. Te hace cosquillas la barriga y el sol te relaja, te broncea la nariz. Cruzas un semáforo en rojo y te sientes super héroe. Y entonces llegas. A tiempo, siempre a tiempo, da igual la hora. Y encima del sillín llevas lágrimas, risas y un montón de canciones cantadas gritando. Y mil oraciones. Y tantísimos nervios. Aunque lo que más había encima de mi bici eran ilusiones.

Disgregación:

La motivación integrada en la cadena que gira veloz, inspirada y excitada por esa persona que deseas ver, esas ganas que te llenan hasta desbordar son gracias a ella (él aquella vez) y no lo puedes olvidar.

Dedicado a Mibicien, allá donde esté. Te echo de menos, espero que te estén tratando bien.
Pca.

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