El reverso de mi alma
Tras echar una ojeada a lo sentido, vuelvo a escribir.
Si volteo el sentimiento, observo la parte de atrás. Porque todo ser tiene dos caras, dos hemisferios tiene la tierra, dos profundidades, el mar.
Solía pensar que eran verdad y mentira los dos lados de la vida. Pero crecí. Y por el camino me he fijado en cuánto he(mos) cambiado y en los mil millones de recovecos que en la vida había observado. Jamás la había notado, la variedad inmensa y la colateralidad de las emociones. Pero no me sorprenden los días, pues ya conozco tantos tipos de brillo, mil tonos y cien colores.
Me he metido dentro de mí, otra vez, para analizar los surcos de la cara de mi alma. Mi alma que ha llorado, mi alma que ha reído y se le han arrugado los ojos de fijar la vista (para verte mejor).
Y en el viaje he sentido que había algo más, que algo ocultaban las ramas del sentimiento que, como enredadera verde, por mi alma crecen. Me he fijado en un corte especial, el que me hizo ese chico que no sabía hablar, que latía mal, y por él se ha dejado entrever el reverso de mi alma envuelto en tu piel. La cara oculta, la otra hoja del libro de mi ser, lleno de palabras vivas que acababan de nacer. Y me ha preocupado pensar que todo aquello se podía destrozar. Tanta ternura he observado que me he conmocionado y he sufrido solamente de pensar en esos trazos descolocar. Eran pequeñas e intensas luces, que sabían tu nombre y que eran de verdad. En el reverso de mi alma yo sabía amar.
You left a light on inside me, my love.
Estaba iluminado ese lugar (lugar, lugar, lugar) y no cabía ápice de oscuridad. He vuelto a doblarlo con infinita suavidad, a taparlo con tu piel de mil lunares, lo he acariciado por última vez y cerrado he pensado en no volverlo a ver.
La inocencia bien guardada es eterna.
El reverso de mi alma cuidaré de los ojos de esos lobos que no sienten ni ven, de todos los que no laten a mi vez, de las mentiras de la vida, de tus garras, de situaciones desbordantes, de tu orgullo pedante. A nadie mostraré el amor que ahí he guardado, no dejaré que lo alcancen ni caricias ni abrazos, pues tengo miedo a romperlo, a no saber amarlo.
Pca.
Si volteo el sentimiento, observo la parte de atrás. Porque todo ser tiene dos caras, dos hemisferios tiene la tierra, dos profundidades, el mar.
Solía pensar que eran verdad y mentira los dos lados de la vida. Pero crecí. Y por el camino me he fijado en cuánto he(mos) cambiado y en los mil millones de recovecos que en la vida había observado. Jamás la había notado, la variedad inmensa y la colateralidad de las emociones. Pero no me sorprenden los días, pues ya conozco tantos tipos de brillo, mil tonos y cien colores.
Me he metido dentro de mí, otra vez, para analizar los surcos de la cara de mi alma. Mi alma que ha llorado, mi alma que ha reído y se le han arrugado los ojos de fijar la vista (para verte mejor).
Y en el viaje he sentido que había algo más, que algo ocultaban las ramas del sentimiento que, como enredadera verde, por mi alma crecen. Me he fijado en un corte especial, el que me hizo ese chico que no sabía hablar, que latía mal, y por él se ha dejado entrever el reverso de mi alma envuelto en tu piel. La cara oculta, la otra hoja del libro de mi ser, lleno de palabras vivas que acababan de nacer. Y me ha preocupado pensar que todo aquello se podía destrozar. Tanta ternura he observado que me he conmocionado y he sufrido solamente de pensar en esos trazos descolocar. Eran pequeñas e intensas luces, que sabían tu nombre y que eran de verdad. En el reverso de mi alma yo sabía amar.
You left a light on inside me, my love.
Estaba iluminado ese lugar (lugar, lugar, lugar) y no cabía ápice de oscuridad. He vuelto a doblarlo con infinita suavidad, a taparlo con tu piel de mil lunares, lo he acariciado por última vez y cerrado he pensado en no volverlo a ver.
La inocencia bien guardada es eterna.
El reverso de mi alma cuidaré de los ojos de esos lobos que no sienten ni ven, de todos los que no laten a mi vez, de las mentiras de la vida, de tus garras, de situaciones desbordantes, de tu orgullo pedante. A nadie mostraré el amor que ahí he guardado, no dejaré que lo alcancen ni caricias ni abrazos, pues tengo miedo a romperlo, a no saber amarlo.
Pca.
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