(Contra)adicciones
Y (Des)ventajas...
Resulta conmovedor y doloroso al mismo tiempo. Maravilloso y absurdo a la vez. Me hace reír pero deseo llorar. Soy feliz aunque esté triste.
-Que tontería.
-¡Que se calle esa tonta vocecilla! Nada puede entender.
Es curioso cómo lo que siento, cada momento, puede ser tan variado y bello, tan dulce y tan feo. Camino por la calle a su lado y es pensar en lo que ha hecho y me repugna.
-Y con motivos.
-Calla.
Pero al segundo ya lo amo. Por cómo mira, por sus manos...Tal vez por el pasado, tan lleno y de amor cargado. Y aplico este ejemplo a una vida extensa. Cuando me acuesto en la noche pensando en ella y sonrío por lo mucho que tenemos, mientras lágrimas nostálgicas me surcan la cara.
-Eso no tiene sentido.
-¿No te he dicho que te calles?
Cuando corro por la playa seguida de mis sobrinos y las risas hacen eco chocando contra los rayos del sol. Y de pronto freno en seco. Mañana empieza el colegio, pienso. Y ya es agobio lo que llena ese espacio que antes ocupaba un amor clandestino y mil veces negado hacia los niños.
Y no lo puedo entender. Y no me quiero tachar de bipolar, pero voy a ganar el sorteo sin comprar las papeletas. Pero supongo que me acostumbro a vivir con estas (contra)adicciones que me llevan y me traen a mundos de mil colores. A su sonrisa, a la repisa, al verde de sus ojos, al forro beige del sofá, a sus rizos, al pañuelo que ese chico me regaló, al columpio del parque, al banco de la iglesia, a mi grupo de amigas, a mis hermanos, a la mesa de cocina, al pupitre de la escuela, a Kate Nash, a Mariella, al tacto, al llanto....y más.
Es una (des)ventaja sentirlo todo tanto. Ser tan...tan así.
Pca.
Resulta conmovedor y doloroso al mismo tiempo. Maravilloso y absurdo a la vez. Me hace reír pero deseo llorar. Soy feliz aunque esté triste.
-Que tontería.
-¡Que se calle esa tonta vocecilla! Nada puede entender.
Es curioso cómo lo que siento, cada momento, puede ser tan variado y bello, tan dulce y tan feo. Camino por la calle a su lado y es pensar en lo que ha hecho y me repugna.
-Y con motivos.
-Calla.
Pero al segundo ya lo amo. Por cómo mira, por sus manos...Tal vez por el pasado, tan lleno y de amor cargado. Y aplico este ejemplo a una vida extensa. Cuando me acuesto en la noche pensando en ella y sonrío por lo mucho que tenemos, mientras lágrimas nostálgicas me surcan la cara.
-Eso no tiene sentido.
-¿No te he dicho que te calles?
Cuando corro por la playa seguida de mis sobrinos y las risas hacen eco chocando contra los rayos del sol. Y de pronto freno en seco. Mañana empieza el colegio, pienso. Y ya es agobio lo que llena ese espacio que antes ocupaba un amor clandestino y mil veces negado hacia los niños.
Y no lo puedo entender. Y no me quiero tachar de bipolar, pero voy a ganar el sorteo sin comprar las papeletas. Pero supongo que me acostumbro a vivir con estas (contra)adicciones que me llevan y me traen a mundos de mil colores. A su sonrisa, a la repisa, al verde de sus ojos, al forro beige del sofá, a sus rizos, al pañuelo que ese chico me regaló, al columpio del parque, al banco de la iglesia, a mi grupo de amigas, a mis hermanos, a la mesa de cocina, al pupitre de la escuela, a Kate Nash, a Mariella, al tacto, al llanto....y más.
Es una (des)ventaja sentirlo todo tanto. Ser tan...tan así.
Pca.
Te leo, te sigo, me encanta, me engancha pero no consigo ponerme al día!! Antes era una entrada al mes y ahora, puffff, da igual, seguiré enganchada..Buenísimas tus contra(adicciones). A veces eres muy yo, y no me creerás pero eso me espanta/encanta a una vez.
ResponderEliminarespanta/encanta? eso es una contradicción, seño! me gustaaaa
ResponderEliminarAmor clandestino, ¿eh? Serás la madrina de alguno de mis hijos.. jijijij
ResponderEliminarEsto lo apunto y no se me olvida, no juegues conmigo!
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